Una vez escuché en una ponencia de una emprendedora en la que afirmaba que algunos seres humanos nacen “configurados” para el fracaso mientras que otros nacen “configurados” para el éxito. Exponía que todo está en nuestra cabeza, heredado de nuestros antepasados, como si tuviéramos un chip. Pero, ¿cuánto de cierto es esto?
La frase de la ponente choca mucho, pero me hizo reflexionar. ¿La clave para que una persona se dedique a emprender realmente está en su cabeza? ¿Por mucho que alguien quiera, si tiene el chip del fracaso, nunca logrará emprender con éxito? Pues, bajo mi perspectiva si, pero la respuesta tiene truco porque, ¿Qué hay en nuestras complejas cabecitas? Bien pues, además de todas las cosas que nos diversifican como integrantes de una sociedad y a su vez nos hacen únicos, como lo es nuestro temperamento, que está científicamente demostrado que es genética heredada de nuestros antepasados, contamos con más factores que construyen nuestra personalidad.
Todo el espacio que queda libre en nuestras cabezas está destinado a ser llenado por conocimientos. Conocimientos que condicionan el resto de nuestra vida y nos llevarán al “éxito” o el “fracaso”. Quiero aclarar que el fracaso y el éxito son muy subjetivos y dependen de la realidad propia de cada persona pues, alguien al que podemos considerar exitoso por haber logrado diversas cosas, a sí mismo se puede llegar a ver como una persona que ha fracasado. A su vez, una persona puede ser exitosa con poco, pues su realidad está completa.
Entonces, dejando atrás el concepto de éxito y fracaso, podríamos decir que lograr la meta planteada, es simplemente un incentivo para emprender. Tener la inquietud por “salirse de la norma” es una cualidad valorada y demandada por el mercado laboral, además de necesaria para emprender. Para potenciar este espíritu, es fundamental ofrecer una educación que facilite este estilo de vida. Dar conocimiento sobre los nuevos recursos y posibilidades de futuro más allá de los clásicos estudios como la medicina o el derecho. Ofrecer a todos los alumnos, independientemente de su etapa educativa, un nuevo enfoque que contemple nuevas vías para salirse del modelo clásico del perfil al terminar esos estudios.
¿Esto se logra actualmente en España? Podría decirse que sí, pues la gran mayoría de estudios oficiales tienen una asignatura relacionada con las empresas y cómo crear una. Pero, bajo mi punto de vista, muchas veces a estas asignaturas no se les otorga la relevancia que tienen. Esto provoca que disten mucho de potenciar ese espíritu emprendedor tan necesario. El objetivo general de este tipo de materias es crear una empresa realizable, que en un futuro podrían ponerla en marcha. Sin embargo, ¿qué ocurre con esos alumnos que no tienen intención (ni ganas) de montar una empresa? Esta asignatura se convertiría en un recurso nada útil. Además, suelen estar impartidas por profesores que no son expertos en la materia, que cuentan los recursos básicos.
Desde el GEF queremos cambiar este concepto de emprendimiento por uno que le sea útil a todo el mundo. Queremos que se trabajen las soft skills que actualmente demanda el mercado y que necesita una persona para desarrollar su espíritu emprendedor. Porque emprender no es montar una empresa, es mucho más. Emprender es crecer por dentro. Queremos que, además de conocer las herramientas necesarias para montar una empresa tengan las herramientas para convertirse en personas proactivas, inquietas y motivadas por mejorar. Esto es la clave para lograr el cambio, una sociedad soñadora e inspirada que se preocupe por afrontar los retos que están apareciendo en la sociedad. ¡Tú puedes comenzar!
