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#Bienestar

La necesidad del bienestar escolar

María Codina Tuneu

Experiencias evitables con la implementación del Wellbeing en el aula.

En medio de la clase de matemáticas empecé a notar unos pinchazos en el pecho. Me faltaba el aire. Levanté la mano y pedí a la profesora ir al baño. Al entrar, comencé a marearme y a ver muy borroso. Caían lagrimas de mis ojos. Solo podía oír mi respiración alterada. Intenté sentarme y con una mano en el pecho aliviar mi dolor, pero no era suficiente. Me estiré en el suelo casi desmayada y medio paralizada. Parecía que mi alrededor iba a cámara lenta. Poco después, un compañero entró en el baño y empezó a gritar. Yo le oía como si estuviera bajo el agua. Quería contestar, pero no podía. Lo siguiente que recuerdo es la imagen de mi profesora de mates ayudándome a levantarme y ofreciéndome un poco de agua me preguntó: ¿qué te ha pasado? ¿Una hipoglucemia?

Cuatro años después puedo asegurar que ese no era el diagnóstico correcto. Tenía 16 años, era final de curso y además de los exámenes del instituto tenía las pruebas finales del conservatorio; todo en los mismos días. No sabía cómo gestionar tanta presión. Tampoco sabía a quién acudir para poder explicarle mi situación. Tenía miedo al fracaso. Miedo a defraudar a mi familia. Me sentía incomprendida.

Está claro que intervinieron muchos agentes en mi ataque de ansiedad, pero ¿podría haberme ayudado el instituto? Analizo el sistema educativo y observo que tiene una asignatura pendiente. ¿Por qué aprendemos historia, lengua castellana, matemáticas, o inglés, pero no se nos enseña a gestionar nuestras emociones y comprendernos a nosotros mismos? Quizá adquirir estas herramientas me hubiera ayudado a mi y a muchos otros alumnos en una situación similar a superar aquella etapa de mi vida que tanto estrés me generó.

La solución más fácil habría sido abandonar el conservatorio, el instituto o las dos. Sin embargo, tomé la decisión de trabajar duro para superarlo y lo conseguí. Nunca he vuelto a llegar a tal extremo, pero actualmente, como universitaria, también convivo con el estrés y con la presión de estudiar, trabajar y hacer prácticas. Llega un punto en el que normalizo esta sensación, pero no debería ser así. Considero que los centros educativos, además de formar curricularmente a sus alumnos, deberían reforzar su parte emocional.

Es muy importante cuidar las emociones y saber manejarlas. Saber gestionar el estrés y los nervios es fundamental para poder disfrutar un buen bienestar y rendir mejor en los estudios o trabajo. Si bien es cierto que poco a poco se va instaurando la salud del bienestar en colegios e institutos, desde mi punto de vista, se tendrían que proponer asignaturas curriculares fundamentadas en la psicología y en la salud emocional. Es tan importante saber sumar y restar como entender tus emociones, cómo gestionarlas y exteriorizarlas.

No nacemos sabiendo hablar, escribir y sin embargo pocos pueden decir que les han enseñado solucionar conflictos con uno mismo y con los otros. La empatía es la base para poder construir una buena relación con tu entorno y es por eso, que debe enseñarse; a mi parecer, si se educara la empatía muchos problemas de acoso escolar y discriminaciones desaparecerían o al menos, se evitarían los números tan elevados que estamos viendo actualmente.

Enfocándolo a nivel de estudios superiores, no tenemos que olvidar la práctica de las emociones, pues nos van a acompañar toda la vida. Si nos educan en el cuidado de la salud mental y emocional, mejor equilibrio y bienestar conseguiremos. En las universidades se necesita un espacio para trabajar esto con los estudiantes. Como estudiante de una carrera universitaria, comprendo lo duro que es aguantar la presión de los exámenes finales cuando sabes que tu futuro está en juego. Pensar que nuestro futuro depende de estos años, nos genera un estado de preocupación constante y la importancia de cuidar nuestra salud mental y emocional es incuestionable.

Por todo eso, manifiesto la importancia de la educación del bienestar emocional, mental y físico a todas las edades. El soporte psicológico es esencial durante todas las etapas para aprender a manejar el estrés y la incertidumbre del futuro; para poder cuidarme a mi y a mis compañeros con la empatía como base.

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